Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1884-1885 (Cortes de 1884 a 1886)
Sesión: 26 de mayo de 1884
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Ministro de la Gobernación
Número y páginas del Diario de Sesiones: 5; 88-89
Tema: Suspensión de Ayuntamientos y Diputaciones provinciales, multas impuestas por los gobernadores, y dimisión de alcaldes antes de las elecciones

No temáis que entre a discutir el asunto que está siendo objeto de este debate. No voy tampoco a contestar a las genialidades de mi distinguido amigo particular el Sr. Ministro de la Gobernación. Me parece empeñado en convertir las discusiones más serias en discusiones poco pertinentes al asunto y poco a propósito para este lugar, quitándoles aquella seriedad que deben tener todos nuestros debates. Voy sencillamente a contestar a una teoría, que aquí ha pasado como cosa corriente, del Sr. Ministro de la Gobernación, respecto a la participación que los Ministros pueden tener en la luchas de los partidos. Su señoría ha considerado como una herejía que aquí hayamos extrañado que S.S. descendiera desde el Ministerio de la Gobernación a contestar los discursos de oposición que hicieran sus adversarios, y a contestar hasta a los periódicos en la prensa.

Pues, eso que considera S.S. una herejía, es una verdad inconcusa del derecho público, porque los Gobiernos no deben descender nunca a esas luchas, que para eso tienen sus prerrogativas. Los partidos son los que luchan entre sí; los Gobiernos no luchan con los partidos más que para defenderse, y en los lugares y en las ocasiones que determinan las leyes. Los Gobiernos presiden las elecciones, no toman parte en ellas como contendientes; ni pueden los Gobiernos unirse a los hombres de otro partido, porque entonces los Ministros, entiéndase bien, no son Ministros de la Corona, no son Ministros del Rey, no son Ministros de la Nación, sino Ministros de partido. Los Ministros no tienen carácter de partido más que en cuanto son apoyados por las ideas que ellos representan y los hombres que profesan esas ideas; pero nada más. ¿Es que cree el Sr. Ministro de la Gobernación y los que le han aplaudido en teorías tan verdaderamente extrañas, que pueden, cuando llega un caso de elecciones marcharse con los Ministros a ayudar en las elecciones a sus amigos políticos? ¿Creen eso? Con el mismo derecho con que lo ha hecho el Sr. Ministro de la Gobernación con los candidatos por Madrid en el teatro Español, podía haberlo hecho el Sr. Cánovas del Castillo marchándose a Cataluña, favoreciendo allí a [88] los candidatos conservadores, y el Sr. Ministro de Gracia y Justicia marchándose a Murcia, y así los demás. ¿Podría eso tolerarse? ¿Dónde ha visto eso el señor Ministro de la Gobernación? ¿Dónde han visto eso los que han aplaudido teorías tan extrañas? Para defenderse de palabras que yo haya podido pronunciar, ¿tiene que ir el Ministro de la Gobernación a convertirse en sectario, en partidario ocasionado, en afiliado de un partido, y como tal, prescindiendo de su investidura, se reúne con sus candidatos y sus amigos en un teatro, suspendiendo la representación teatral para hacer otra representación que quería dar el Sr. Ministro de la Gobernación? (El Sr. Ministro de la Gobernación: No se han reído más que algunos constitucionales). Se han reído porque se suspendió la representación de La Pata de Cabra para dar lugar a otra función que, por extraña, era tan cómica como La Pata de Cabra.

Señor, ¿dónde se ha visto esta teoría? Con lo cual hizo S.S. un desgraciadísimo favor a su partido. Allí estaban los hombres de su partido: que se reunieran también como los hombres liberales se reunían, y que allí discutieran lo que tuvieran por conveniente, y nos atacaran como nosotros a ellos, está bien; porque así es como los partidos luchan; con las mismas armas, con armas iguales: a la reunión del partido liberal, reunión del partido conservador, a las palabras y los discursos de un conservador? ¿O es que S.S. cree que contestar a los liberales, y tenga S.S. la precisión de hacerlo?.

No; los Ministros pueden ir a las reuniones electorales cuando van a pedir a los electores el voto para ellos mismos, cuando van a exponer el programa de su política (El Sr. Ministro de la Gobernación: ¡Si era yo el candidato!) Entonces S.S. no cumplió bien su misión, porque no es programa de ministro de la Gobernación el programa que S.S. expuso en el teatro Español, que consistió, exclusivamente en alguna chanzoneta de mal gusto respecto del partido constitucional, y de peor gusto respecto de uno de los individuos. ¡Vaya un programa y un Ministro que desciende a hablar como habló S.S. por ese programa, declaro que los electores de Madrid que le han votado no entienden una palabra de política; y si esta Cámara tuviera las atribuciones que tienen otros países, debiera privarles para en adelante del derecho electoral. Conste, pues, que no es permitido lo que S.S. ha hecho, y que no está bien que los Ministros desciendan a este terreno; descienden a ese terreno los partidos que los apoyan.

Por lo demás, lejos de haber sentido, por lo que a mí toca, que S.S. hubiera descendido del puesto de Ministro de la Gobernación, no para exponer un programa a sus electores, sino para combatirme a mí, a mis amigos y al partido liberal, yo me di por muy satisfecho, porque así ha probado que S.S. no confiaba en su puesto cuando creía que solo no podía atacarme a mí, y que lo que yo dije le escoció tanto, que no tuvo calma para esperar y contestarme en el Parlamento, lo cual deseo mucho; porque ahora declaro aquí, para los que antes han aplaudido y hecho ciertas manifestaciones, que lo que dije entonces lo sostengo hoy, lo sostendré mañana, y lo demostraré tan claramente, que no ha de quedar a nadie más pequeña duda. [89]



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